Colectiva / Desafueros

Del 23 de Febrero al 3 de Abril de 2016. El desafuero tiene en la confluencia de sus acepciones el surgimiento de una paradoja; por un lado aparece como...

Artistas: Sebastián Sáez, Santiago Velazco, Fabio Rodríguez, Sergio Porro, Agustín Sabella.

Desafueros

1. m. Acto violento contra la ley.
2. m. Acción contraria a las buenas costumbres o a los consejos de la sana razón.
3. m. Der. Hecho que priva de fuero a quien lo tenía.
Diccionario de la Real academia española.


El desafuero tiene en la confluencia de sus acepciones el surgimiento de una paradoja; por un lado aparece como acto violento contra la ley, y por otro, como hecho que quita el fuero a quien lo tiene (bajo la necesidad de aplicar la ley). Fuero es a su vez, un tipo de privilegio, prerrogativa o derecho moral que se le reconoce a algunas actividades, principios o virtudes humanas, tales como la poesía, el arte, la justicia o la razón. Aquí el desafuero se presenta como un intento de quitar ese privilegio o distinción adquirida por el arte. De esa manera presenta su autocrítica, desmitificando y cuestionando, un lugar de privilegio moral asumido o “presumido” de antemano. Esto no implica desvalorizar sino desnaturalizar aquello que se supone incuestionable o inalcanzable en el Arte: La obra, el artista o hasta “el mundo del arte”. Este cruce de significados apuntan en tres direcciones distintas donde dos son contrapuestas: un sujeto que se enfrenta violentamente a la ley, un sujeto que reclama la necesidad de aplicación de la ley, y el cuestionamiento de una herencia de valores dudosos o relativos.

La existencia de contradicciones, el ir y venir de disyunciones conceptuales, la polisemia y las contradicciones del sentido común se dan hoy en buena parte del Arte Contemporáneo más que en ningún otro campo del saber humano. Esto se debe a distintos factores donde se destaca la necesidad de construcción de un sentido más próximo a una configuración holística que deductiva. A su vez, la construcción del discurso artístico parte de una posición explícita del sujeto que enuncia. El artista como ser presente en el discurso, sin intención alguna de objetividad o universalidad trascendente, “construye” o guía el devenir de los significados a partir de un centro que es el Yo, un sí mismo volcado al otro, con intención de conexión intersubjetiva.

El “acto violento” propuesto hoy, ese devenir imágen, apunta tanto a la necesidad de poner en tela de juicio ciertas mitologías populares provenientes de los medios de comunicación como a proponer un estado de la pintura antagónico a las directivas maestras Torresgarcianas. Y no es que haya un ataque directo a las mismas, sino que esto se dá en la conformación del vínculo con un presente nuevo, distinto, activo, icónicamente saturado y comunicacionalmente desbordado.

No podemos hoy concebir el mundo en que vivimos, ni el mundo del arte, de la misma manera que se configuraba en los años 30 o 40 del siglo pasado. La tecnología ha modificado la cantidad de información, las formas de relacionamiento humano han pasado de lo vecinal a lo virtual, y nuestra noción del tiempo ha pasado del lapso al instante. Este nuevo espacio vital-virtual modifica nuestra sensibilidad, nuestra capacidad de atención y de acción modificando nuestro vínculo afectivo con las imágenes y las personas.

En el mundo actual las condiciones que posibilitan la emergencia del Arte son completamente distintas a las de nuestros abuelos pintores. Pero esto no implica una negación del pasado sino una adaptación al presente. El mundo contemporáneo no tiene punto de contacto con aquel de primera mitad del siglo XX; y los artistas, más que admiración por los orígenes, presentan hoy un deseo de actualización de sus experiencias. Pero esto también tiene sus riesgos, esa necesidad de presente a veces termina por borrar apuradamente y de forma irresponsable la necesaria conexión con el pasado, que si bien no es actual siempre es útil, sin olvidar que toda acción artística que haya calado profundamente en su época merece respeto por haber lidiado de forma eficaz con su presente.

Desafueros es una propuesta que pone en juego una posición artística determinada, una Filosofía del arte que los artistas comparten, una Estética aferrada a un tiempo y espacio definido, “un ser en el mundo” (Heidegger) que mira su contexto como parte constitutiva de su hacer.  Estos artistas comparten tanto una proximidad conceptual como un territorio simbólico, y aunque su factura final se muestre tan distinta, algo que está en el aire, un tipo de afecto, los conecta. En estos trabajos podemos ver, desde un punto de vista estético referencias: a la abstracción, figuración, realismo, ficción, grafiti, posimpresionismo, pop art, posconceptualismo o diseño gráfico. Desde un punto de vista semántico, vemos discursos que abordan: la religión, la literatura, publicaciones infantiles, el espacio urbano, la prensa, la moral y/o la educación. ¿Y por qué pensar en una estética en común cuando vemos tanta diferencia? Pues la similitud no radica en el producto o en los elementos empleados, sino en el origen de los mismos y en la actitud frente al mundo a partir de éstos. Desafueros es la reunión de cinco artistas que no pueden ser encabestrados, domados o clasificados fácilmente...*

Los artistas presentes indagan en nuestra cultura a partir de iconografías tan populares como propias. Estos intentan develar los mecanismos que las codifican y aunque guiados por discursos distintos aún presentan cierto “aire de familia”. Todos usan una paleta alta y un contraste de matices y signos como factor protagónico. Todos roban recursos de las imágenes provenientes de la prensa, de la Historia del arte y de las Artes gráficas. El desafuero opera a nivel cromático, es intenso y potente. La factura firme y cerebral (Velazco y Rodríguez) deja al azar relegado a un segundo plano. La estructura planeada no deja espacio para una pincelada libre y expresiva (Porro y Sabella), o si lo hace es para justificar una conexión con lo instintivo y natural (Sáez). La mímesis es planteada como recurso técnico necesario y forma de aproximación a lo real de la imagen en sí misma (Porro, Rodriguez y Sabella). Esa representación no es tanto por una afinidad con lo que vemos, sino como estrategia para dejar de forma explicita la necesidad que tienen de los medios de comunicación por aquello que aparenta ser lo real. Cuestiones referidas al lenguaje quedan plasmadas de distinta manera según las intenciones. El texto se presenta en diálogo con la imagen (Porro y Sabella) como forma de comparar códigos. La fragmentación del plano pictórico en subunidades semánticas (Rodriguez) o la aparición de formas abstractas en un caos programado (Velazco) . Las referencias al cuerpo (Porro y Saez) se dan tanto en sus mecanismos de disciplinamiento como de liberación, pero más que nada como vehículo del deseo.


La diversidad estética plantea generar una apertura perceptiva, y la similitud de orígenes apunta a recomponer los mecanismos de reconocimiento de causalidades. Así como la escritura primero (libro y cartas) y la palabra después (radio) fueron los canales de comunicación que definieron su época, el reinado de la imagen y la dictadura visual definen hoy la nuestra. El diálogo entre análisis y síntesis de estas cinco propuestas, permite en su sinergia una construcción del sentido mediado por la obra y la conexión al mundo mediada por el artista. Las obras en su conjunto reconocen su fascinación por la imagen pero es en su desmembramiento que la crítica social surge. Es con ella y sobre ella que surge la deconstrucción de nuestra cultura, así como R.Barthes con las imágenes o J.Derrida lo hiciera con los textos, los artistas presentes usan los mismos medios que quieren tanto glorificar como cuestionar, poner en duda, o combatir.

Desafueros es una muestra que va contra la ley para ir en su búsqueda. Esta dicotomía o paradoja es comprensible si consideramos que la sociedad es una suma de estratos simbólicos, cruce de relaciones y funciones en donde los seres humanos se mueven, con idas y venidas, fluyen. Como plantea Deleuze“¿Qué pasa sobre el cuerpo de una sociedad? Flujos, siempre flujos, y una persona siempre es un corte de flujo. Una persona, es un punto de partida para una producción de flujos, un punto de llegada para una recepción de flujos, de flujos de todo tipo; o bien una intersección de muchos flujos.”

Es en esa sociedad, bajo ese aglomeramiento exacerbado de signos que fluye , y bajo la omnipresencia abrumadora de códigos, imaginarios personales o colectivos que hacen del sujeto un ser fragmentado, ansioso y diluido. Hoy todo es instantáneo, nada dura más que un clic: la foto que subimos a facebook o twitter, la que surge en instagram o whatsapp, apareciendo y desapareciendo en una obsolescencia asumida, fluida,  infinita y abnegada. Hoy la imágen nace para desaparecer, se “cuelga” para que muera pronto en un muro frágil y translúcido. No puede ser eterna, debemos cambiarla del perfil, de la portada y posteo, bajo el temor aterrador del aburrimiento. La imagen que desaparece muestra inevitablemente su amor por lo obsoleto, viviendo un instante intenso y fugaz que se escapa del mundo.

Las imágenes que en este momento habitan el Subte pretenden entonces recuperar un espacio detenido y meditado, pero no aquel espacio de contemplación o adoración de la imagen sublime Kantiana que se reclamaba eterna infinita y trascendente. El suspenso de la imagen aquí cae bajo la humilde pretensión de un tiempo que no puede detenerse pero si ralentizarse; reclama la pausa necesaria para enfrentar el mundo sin disiparse en él. Estos cinco artistas desarticulan así el flujo constante de imágenes y la forma en que nos relacionamos con ellas, y es aquí, donde la experiencia del Arte pretende reconstruirse, es aquí en donde podremos sostener al tiempo en un lapso, y ayudarnos a recuperar la conciencia de nuestro devenir y finitud.

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