Celeste Rojas (Chile) / El espacio de la resistencia

13 de diciembre de 2012 al 17 de febrero de 2013.

El espacio de la resistencia, proyecto fotográfico de la artista chilena Celeste Rojas
Mugica, contiene y a la vez exhibe una ciudad latinoamericana arquetípica, genérica,
común en su marginalidad, en la penuria de sus habitantes y sus sitios, en la
decadencia de sus muros, de sus construcciones, y en la porfiada resistencia de los
mismos al paso del tiempo y su realización destructiva.

Si bien resultan tajantes y evidentes las complicaciones que presenta la intención de
figurar y significar unas cuantas cosas ciertas respecto de todas o varias de las
ciudades latinoamericanas -si pensamos que tanto en su actualidad, su constitución
geográfica, arquitectónica-urbanística, su situación política, social y económica,
como en su historia, sus ritos, su conjeturada identidad, hay ineludibles distancias, resulta también tajante y evidente el hecho de que subsisten algunos puntos de
afinidad, vinculados principalmente a sus comunes daños: su historia de pueblos
indígenas conquistados y masacrados, de colonia europea, de ilusión de
independencia y edificación republicana, además de la insistente relación de
vasallaje con el primer mundo y su condición tercermundista o de países en
perpetuas vías de desarrollo. Forzar una perspectiva de conjunto en relación a las ciudades de América Latina, evidenciar aquellas cuestiones comunes que viabilizan
tal generalización resulta útil a la reflexión, a la búsqueda de respuestas y posibles
soluciones a esos compartidos conflictos.

Frente a esta situación, la artista configura sus propias impresiones de las ciudades
recorridas; en las fotografías aparecen sectores que perviven en los márgenes
geográficos y sociales: la marginalidad en sus espacios y sus gentes, lugares fuera
de la lógica productiva del trabajo y de los traslados que este obliga, incluso ajenos
de la posibilidad de endeudamiento, que en muchos países a travestido la pobreza,
mentando un acceso al consumo que aprisiona en la sumatoria de deudas y sobredeudas. Cuerpos, rostros, gestos trazados en ellos, individuos determinados que
habitan su espacio, en el sentido en que se habita el barrio, como el lugar que puedo
abarcar, el sitio que reconozco y en el que a la vez se me reconoce. En el que
construyo una relación histórica, biográfica si se quiere, con las cosas, las calles,
sus modos y los otros.

Para quienes son marginales en la calle, todo ocurre en ella, es el dormitorio y a la
vez el único lugar en que el que salvar la sobrevivencia, rebuscársela y tal vez en el
mismo instante perderla. Las gentes aparecen en su contexto, enmarcadas en su
mundo, en su sitio, evidenciando el carácter improvisado: en los cables enrollados,
en el cuerpo resignado, dócil, en la vereda, en su dormir donde se pueda; en las
tablas de la casa malamente dispuestas, el televisor, el ventilador en desuso. Todo
dispuesto como por accidente, totalmente fuera de la lógica funcional de la ciudad
moderna.

Esta exposición nos presenta en sus obturaciones, por un lado espacios
abandonados, espacios que perdieron su sentido de uso, pero donde persiste una
huella y por otro -como se ha dicho- la vida en el barrio, en la calle, principalmente.

El encuadre y la composición penden de la arquitectura, de la humedad en los
muros, del paso del tiempo, de las huellas de un mentado pasado funcional:
fotografías familiares, azulejos de baños o probablemente cocinas; la hierba
apoderándose del edificio; una pancarta con parte de su consigna: frente de Luta,
que nos advierte de una presencia con halo político; un nombre, unos rayados en la
pared, nos confirman que el espacio deshabitado al parecer no era tal, al menos no
del todo: aún anda gente por ese lugar. Tumbas que parecieran impróvidas: hay
muerte, hay ausencia, pero a la vez hay residuo, pistas: cuerpos bajo la tierra, unas
cruces encima que se configuran como señal inequívoca de vida anterior.

En esta obra se evidencia un deseo por construir el habitar desde el pensar la
ciudad latinoamericana. Pensar con las herramientas y dispositivos del arte. Así se
adicionan perspectivas y niveles a la reflexión, una cavilación añorada por
Heidegger y recepcionada por la subjetividad de una fotógrafa que en un
determinado momento decide extender a todo aquel que desee relacionarse con su
obra.


Celeste Rojas (Santiago de Chile, 1987) es fotógrafa y artista visual.

Actualmente se dedicaa dar finalización al proyecto "El espacio de la resistencia" (que nace desde el anterior "La
ciudad líquida") a través de un recorrido por diversos espacios de Sudamérica en la
construcción de una obra final de audiovisual y libros de artista. Su obra, en general, aborda
temáticas donde se reiteran la relación con el habitar, el tránsito, las huellas y la identidad.

Ha expuesto y publicado en Chile, Uruguay, Brasil, Argentina y EEUU.


+ info : http://www.celestrip.com
 

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