Poetas en Tiempos de Escasez / Curaduría: Alfons Hug y Paz Guevara

13 de diciembre de 2011 al 22 de febrero de 2012. Chen Chieh-Jen (Taiwan), Harun Farocki (Alemania), Gianfranco Foschino (Chile), Chris Larson (USA), Pablo Lobato (Brasil), David Pérez Karmadavis (República Dominicana), Sebastián Saez (Uruguay), Roman Signer (Suiza), Michael Snow (Canadá), Juliana Stein (Brasil), Colectivo Traspuesto de un Estudio para un Retrato Común (Uruguay) / 13 de diciembre de 2011 al 22 de febrero 2012

“Y si algo sobrare…” concluye lacónicamente el testamento de Don Quijote a quien, al final de una vida tan plena de aventuras, poco le queda para legar. Había partido apenas armado de yelmo, escudo y lanza, y así terminó regresando al hogar después de años.

Parece que tampoco en la economía nunca sobra nada: deudas, salario mínimo, intereses, pago en cuotas o a plazo; nunca alcanza. Las sociedades modernas procuran ganar ese eterno juego de suma cero desarrollando nuevos instrumentos, tablas e índices para la medición y el control de la economía, y empleando huestes cada vez más grandes de “analistas”. El mercado se presenta como un auténtico minotauro que amenaza no con devorar siete doncellas como en la antigüedad, sino a la sociedad entera. En la actual fase de transformación de la economía global se requiere una perspectiva cultural y con ello una nueva relación entre ética y política, derecho y economía, estado y sociedad civil.

En estos tiempos inciertos los artistas, aquellos “poetas en tiempos de escasez”, como los llama Hölderlin, asumen un rol de sismógrafos. Examinan las diferencias y están atentos a los tonos intermedios. A los artistas, como bien se sabe, ellos mismos actores económicos que asumen enormes riesgos financieros, se les cree capaces de tener una sensibilidad especial frente a las condiciones de la economía.

El creador de cultura asume responsabilidad individual y busca la responsabilidad colectiva, no piensa conforme a los cánones establecidos y está dispuesto a asumir riesgos; un proceso en el cual se cuestiona permanentemente a sí mismo y además, cada vez que es necesario, se reinventa. Los artistas ofrecerán múltiples lecturas y procederán, como Borges, según el principio de multum in parvo. Algunos aspirarán a un estado sublime, eximido de terrenalidad, mientras que otros irán tras el destello enceguecedor de la metrópoli; otros, por su parte, buscarán acercar el arte a la cotidianidad y diseñarán escenarios precarios en calabozos oscuros en los que la luz opaca de una lamparita barata permitirá intuir la miseria del mundo y de la existencia. Los artistas de hoy se parecen a Piranesi, quien a mediados del siglo XVIII evocó en sus grabados Le Carceri, la pesadilla de una tecnología desenfrenada. ¿Lograrán detener las gigantescas ruedas volantes, correas de transmisión y aparejos y destruir la tristemente célebre máquina de tortura, inventada con ingenio y alevosía, del cuento “En la colonia penitenciaria“ de Franz Kafka?

Alfons Hug

Compartir